Aunque en la práctica Internet no lleve en funcionamiento muchos años, sabemos que ya existía como concepto tan pronto como en 1945, cuando Vannevar Bush publicó un artículo en el que hablaba de máquinas con las que podíamos acceder a documentos de hipertexto guardados en microfilm, con enlaces entre ellos. Sin embargo es muy posible que no fuese la primera persona en pensar en algo similar, y que fuese un desconocido, Paul Otlet, un bibliógrafo belga el que idease primero el concepto de Internet a finales del siglo XIX.
La idea de Otlet era similar a la de Bush en algunos aspectos, como la necesidad de guardad los datos en microfilm, pero en otros no solo era diferente sino incluso puede decirse que superior ya que presentaba conceptos como el de la red global con la que todos los dispositivos estuviesen conectados entre sí.
Todo empezó en 1895, cuando Otlet y su socio Henri La Fontaine (a la postre ganador de un Premio Nobel de la Paz) proyectaron Répertoire Bibliographique Universel, o Bibliografía Universal, un plan para catalogar toda la información publicada en todo el planeta. Ni que decir tiene que se trataba de un proyecto muy ambicioso, incluso con la reducida cantidad de libros publicada hasta entonces (comparado con la actualidad). Eso no metió miedo a los socios que contrataron a catalogadores para crear unos 15 millones de entradas en fichas de archivo.
Conforme pasaron los años, iba siendo claro para Otlet que tenía que aprovechar la tecnología existente y futura para su idea, que acabó evolucionando hacia una red global de comunicaciones a la que llamó Mundaneum. Así la describe el propio Otlet, ya en 1935:
Todo en el universo, y todo lo del hombre, estaría registrado a distancia conforme fuese producido. De esta manera se establecería una imagen en movimiento del mundo, un verdadero espejo de su recuerdo. A distancia, todo el mundo sería capaz de leer texto, a lo grande o limitado al tema deseado, proyectado en una pantalla individual. De esta manera, todo el mundo desde su sillón será capaz de contemplar toda la creación, completa o en ciertas partes.
Sus ideas atrajeron a nombres importantes de la época, entre ellas el inventor Emanuel Goldberg y el escritor H.G. Wells, creador de La Guerra de los mundos. Sin embargo, ya era demasiado tarde. La Segunda Guerra Mundial había empezado y Bélgica acabó invadida en 1940; los nazis interrogaron a Otlet por sus “sospechosos” contactos con extranjeros (Goldberg era judío y Wells británico).
Paul Otlet murió en 1944, apenas un año antes de que Vannevar Bush publicase su artículo y de que la guerra terminase. Sus aportaciones cayeron en el olvido, y solo ahora están viendo la luz. Como vemos, la idea de que todo el mundo tenga acceso a la información no es nueva ni mucho menos, pero si que podemos decir que será la clave para llegar al futuro que todos queremos y que Otlet imaginó.